El Diario de un Poeta - Parte I

Mi diamante, mi bello diamante comienzo este escrito usando a esta piedra preciosa entre tantas maneras que puedo describirte. Pues ella para llegar a ser tan hermosa tiene que pasar por un proceso intenso y duro, un proceso de presión extrema. Solo un diamante nace entre tantos trozos de carbón, es por ello su valor, es por ello su fuerza.
Solo los valientes se transforman en diamantes, uno entre muchos trozos de carbón, y hoy tu partecita de mi vida, de mi alma se te ha puesto la dura tarea de enfrentarte a ese proceso.
Un proceso que no cualquiera resiste pero sé que si la vida y Dios, te han encomendado esa tarea es porque tienes la voluntad necesaria. A pesar de una lucha intensa que esta parezca, te pido que no te rindas nunca, que no padezcas por más duro que el camino se ponga y el cuerpo no te sostenga. Así las fuerzas flaqueen y sucumbir sea la última opción. No te rindas.
No te rindas sin dejarlo todo, sin dejar en el camino y en la lona la sangre que corre por tus venas, y el amor que se fortalece en tu alma, no te rindas, por ti o por los que te aman.
Ser diamante es soportar la fuerza que requiere un ser de fuerza y valor, más que en el cuerpo en la mente, y más que en la mente en el alma. Tú has nacido para serlo, para edificar en tus huellas y tus ojos ese fuego interno que envuelven todo aquello que se deja conquistar con tu mirada.
Entiendo que tus manos, tus ojos, tú misma mente se pregunta entre confusión y dolor, porque es tan duro el proceso, así solo me mires y no me puedas hablar, una lagrima y tus ojos me hacen escucharte, en un silencio que tiene nombre.
Lucha mi guerrero, lucha mi poeta, mi baterista favorito, mi artista, mi angelito.
Sé que la noche es oscura pero aprenderás a valorar la intención de esta y apreciarás la claridad de un día. Hoy tu camino puede ser oscuro pero no estás solo, así solo me veas y notes en mis gestos de un niño loco al que sin entender es que tratas de mirar y del que tratas de aprender.
Recuerda algo mi diamante, Ezequiel. Ezequiel es el nombre que han elegido tus autores y con ese nombre vivirás por siempre, en una historia que apenas y comienza.
En una historia que sin notarlo no percibí el principio y ahora el alma no quiero concebir o aceptar un final, una historia que me carcomerá el alma, me tragará los sueños y te inmortalizará mas allá de mi tumba y cualquier otro entierro.
Tú serás mi obra favorita, el poema que siempre quiera leer, el libro del cual siempre al verte quiero aprender, la canción hecha llanto y risas de la que me dejo envolver, el alma que siempre quiera proteger y la travesura de cual niño gracias a ti siempre quiero ser.
Parte II
Vamos avancemos sin rendirnos y con fuerzas claras mi diamante, no te rindas te lo pido, no te rindas sin importar nada, mi bello diamante las batallas se ganan desde antes de ser luchadas, y gloria no es igual a victoria siempre, pero siempre es sinónimo de valor y honor.
Sigo mirando tus ojos claros y tus manos que se pueden envolver entre las mías, y veo en ti esa fuerza que nunca había sentido y nunca quise entender, hoy la vida no me preparo para tu encuentro. Pero tu paso, tus fuerzas y tus sonrisas con dientes claros y de leche, me enseñaron a luchar sin estar preparado, y me enseñaron a soñar sin aun estar dormido.
Espero que sigas conmigo siempre mi pequeño diamante, y que cada locura que escriba donde muy pocos la entiendan o lean, o muchos otros la cuestionen o pregunten sea una respuesta nula y viva, una respuesta que solo te la brindaré a ti. Eres tú mi pequeño diamante el único que tiene el derecho y el deber de saberla.
Desde hoy, todas mis noches de estrellas o mañana de sol, serán compartidas y entre ellas buscaré un diamante que me refleje el recuerdo de una sonrisa tuya, porque sabes que siempre estaremos juntos, a si kilómetros, tierras, fronteras y aviones no distancien. En un cielo tuyo, en un cielo mío, en un cielo nuestro toda distancia quedará quebrada y todo recuerdo oscuro quedará olvidado.
Sé que no soy el mejor autor en estos casos, y que el camino no fue como esperabas, que muchas noches en tu dulce memoria preguntabas que sería de mí, hoy quisiera retroceder a esos días y pensar que tenía más tiempo del que pensaba, y más historia de la que creía.
Veo tus ojitos tiernos y tus cabellos castaños y en ti veo el reflejo de la persona que nunca se rindió, que al orgullo tal vez el mal mayor del alma de cualquier humano, debe vencer. Pues ella lo venció, y sabes lo hizo por ti mi pequeño diamante.
Lo hizo porque era necesario, porque era lo que pedias sin exigirlo y decías sin nombrarlo. Por eso, le estaré eternamente agradecida, por permitirme conocerte y permitir escribir una historia completa, donde el misterio y la magia son realidad pero ser tú mí bello motor también es real.
Eres mi motor y fuerza, esa promesa que te di sin decirla y que jure sin mirarte, te prometo que será cumplida. Desde hoy ya no estaremos nunca más lejos, no pude estar para despedirte pero sé que si estaré para cada mañana saludarte.
Porque en el sol de cada mañana, en las flores que nacen y algunas otras que renacen, estás tú.
Es duro escribir finales, pero si hay algo que la ficción te permite es dibujar los finales de cada historia, de variarlos y sumergirte en ellos, como si estos fuesen reales.
Por ello te escribiré en mi historia Ezequiel como la personita que nunca morirá, como el niño que siempre escucharé, como la fuerza del alma, como el alma misma.
Quiera o no, lo sepa o no, tu naciste, viviste y me hiciste más fuerte, hoy entiendo porque los hombres caen de rodillas, y el alma se desploma. Pero en el mismo instante comprendí, lo que significa vivir y levantarte entre tus propias tibiezas.
Hoy aprendí a levantarme con firmeza en vez de lamerme las heridas y podrirlas con el reproche y el rencor. Porque las heridas del cuerpo tardan en sanar si son curadas, pero sanan. Pero las del alma tardan y nunca cierras si no comienzo por aceptar que estas existen.
Me has iluminado mas el camino mi diamante, como aquella paloma sigue los granos, hoy seguiré el camino que me has dejado tallado con tu sonrisa, y grabado con tu amor.
Gracias mi Diamante, por regalarme sonrisas, muecas y palabras cortadas o improvisadas. Gracias por permitirme cumplir un sueño, o envolverme en el que significas para mi mente. Porque en ella nunca morirás, y si eso pasará podrás borrarte de la mente pero nunca de mi corazón.
Desde hoy, o más claro desde ahora cada sonrisa, y cada llanto serán de gratitud, en las vidas que lleguemos a tocar, de las historias que comencemos a crear y de las sonrisas que logremos conquistar.
Tú serás por siempre mi luz y mi amparo, mi fuerza y mi debilidad, mi día y mi noche, mi poema y mi historia, mi personaje favorito y el poeta, mi llanto y mi sonrisa, mi fiel compañía y mi más grandiosa soledad.
Tú serás lo que recuerde y lo que extrañe, lo que diga y lo que calle, lo que hable y lo que escriba, lo que deje ir y de lo que me aferre.
Desde hoy me has cambiado la vida, y en mi epitafio irá la esencia de tu fuerza y de tu ser, la fragancia de tus manos y la sonrisa que me dejaste tallada en el alma.
Gracias por dibujar la palabra papá con mucha intención en tus labios y por dejarla marcada en mis ojos, gracias por correr a mí y por hacerme correr, por hacerme morir y vivir en un mismo instante.
Gracias por regalarme tu propia vida, y por saber que hay una personita en mi mente que siempre pensará en sus autores como sus héroes, y sus artistas, un escritor y una baterista como sus ejemplos.
Gracias por decirme cosas que aprendías y aprender de mí, por llorar y hacerme llorar, por dormir y hacerme soñar, por soñar y hacerme dormir.
Gracias por que ahora creo que todo esto fue un sueño, y una historia que solo paso en la mente y se grabo en el alma, que tus huellas son pasos que cambiarán mis letras y endulzarán mis historias.
Ezequiel tú siempre serás mi obra favorita, el poema que siempre quiera leer, el libro del cual siempre al verte quiero aprender, la canción hecha llanto y risas de la que me dejo envolver, el alma que siempre quiera proteger y la travesura de cual niño gracias a ti siempre quiero ser.
Gracias por llegar a mi vida y por dejarte inmortalizar en el Diario de un Poeta, porque pasarán los años y la gente que nos lea y no nos conozca, sabrán que esta es la historia de dos almas en un mismo cuerpo, o de dos niños en un mismo cielo.
Gracias mi bello diamante, mi personaje favorito, el mejor poema que en años hayas podido escribir.
Atentamente tú poeta, tu autor, tu padre en historia, Ezequiel.