Hoy decidí desbaratar todo escrito y construir uno solo que en su conjunto describa y escriba lo que es comenzar, o recomenzar. Lo que es edificar sin empezar de cero, lo que es continuar o transcribir un camino, con borrones, tachados, marcados, resaltados y palabras repetidas.
Uno que escriba más del intento y de la vehemencia para soportar cosas que ni uno mismo se siente capaz de combatir. Que solo cuando la sangre fluye de manera acelerada y el ritmo cardíaco aumenta, con una sobredosis de adrenalina el ser humano es capaz de cargar y de lograr cosas que hasta ese entonces no era capaz.
Porque con este escrito dejare de lamerme las heridas, de podrirlas con mis reproches y con mis culpas. Y comenzare a caminar por encima de ellas, como huellas de combate o precios justos y bien pagados para aprender.
Porque comenzaré a dejare el pasado donde corresponde y el temor de un futuro incierto para la gente que no es capaz de vivir el presente. Para comenzar a separarme del confort y de la tiranía en la que estaba sometido de un día a día seguro, sin esfuerzos y sin nuevos mundos.
Hoy decido velar y enterrar en lo más hondo del alma aquellas cosas que sobrecargan mi camino y el viaje. Aquellas que te torturan cada noche como leones que llegan a rugirte y someterte entre miedos, y repudios cada noche de paso triste.
Las cuentas agobian, las deudas torturan, el desaliento desgasta y el desanimo carcome la esperanza, y esto último es lo único que te mantiene vivo. ¿Entonces por qué perderlo?
Porque perder aquello que es lo que te vuelvo testarudo, terco, y persistente, en cosas que para otros puedan sonar ambiguas y sin sentidos. Porque perder el arma más poderosa de todo ser humano.
Esa que te llena el alma de sueños, la mente de ideas y hace que por los ojos las lenguas de fuego azoten a todo aquello que piense ponerse frente a uno, intentando detener un propósito claro y puro.
Desde hoy pensaré menos y hare más porque el caerse es parte del camino, y solo los que se caen en intentos fallidos sin estos ser repetitivos son los que logran sobreponerse a su mismo ego, y a sus mismos miedos.
Son solo los que caminan sobre su propio campo de batalla y logran oprimir a sus fastidios y fatigas, logran conquistar la gloria y conquistar el control de la vida misma.
Desde hoy y para ser más exactos, desde ahora comenzaré a dejar de escribir menos bohemia y mas locura, menos creencia y mas convicción. Porque son los hacedores hombres de convicción y sus hechos huellas que tallan nuestra historia y calan nuestras almas con sus ejemplos.
Publicaré libros que aún quedan recónditos y escondidos en el pasar de varias noches, y de varias pilas de libro, que están como en sus tumbas esperando que en algún momento se les de vida.
Esta es una confesión demencial tal vez, pero es preferible que me tilden de loco antes que de un hombre cuerdo y sin voz ni voto.
Y en mis libros partes de historias pasadas, de historias algunas más reales que otras, algunas más oscuras y lejanas que cercanas, algunas más absurdas que otras. Pero que más absurdo que escribirlas sin que vean la luz, que más absurdo que nacer sin saber porque vivir.
Una historia Cantada, El Diario de un Poeta, Cinería el mundo del Futuro, Frank Backanguer, Poemas bajo la Lluvia, Los Discursos de Un Hombre Legendario, Poemas Griegos, Poemas de un Peruano, Conciencias Dirigidas, Corresponsal del Amor, Reflexiones para la Vida Diaria, Como Carne para Leones, Un tren para el Destino, La Esperanza que nunca Morirá - Encuentros Casuales y otra más que ya entre tantas hojas y tantas memorias, uno se olvida o por lo menos eso creo, o eso intenta.
Todas están verán la luz de manera progresiva, es un trabajo arduo y continuo, es una locura sensata, o una vida tan corta para todo o para más.
Pero solo estas hojas se escribirán por completo, como cada libro que cada hombre quiera escribir y de ellos el más preciado es el de su vida.
Pues no hay nada más complicado, agobiante e intimidante que enfrentarte a las hojas en blanco del libro de la vida. Ese libro que pesa, y que no aceptar borrones, el único que no te permite emendar errores ante una misma situación, el único que uno debe de leer sin esquivo y con paciencia, pues la lección del pasado puede mejorar el mañana o salvarte hasta de una muerte segura en un futuro.
De ese libro pocos son los que saben lo que escriben, sin saberlo o no, sin quererlo o no, pero algo hay que poner en él y la vida se encargar de recordarlo. Pues estas hojas se escriben día con día, y por la noche se crean sus futuros y se inmortalizan sus sueños.
Te invito, como lo hago yo mientras escribo a escribirte, a escribirnos, a escribir ese colosal libro, que con gracias y con esmero pueda ser leído por los que vienen y los que se irán después que nosotros.
Esos que tal vez uno nunca conozca pero con una simple sonrisa o un simple acto de fe, le puedes cambiar la vida para siempre y por siempre.
A mí me la cambiaron, cuando se desbarranco un bus rumbo a lima con nueve almas que ahora pasaron a ser una, cuando dieciocho meses y sus palabras a medio entender te encierran en caprichos de un niño, cuando un peine y una rutina de domingo te vuelvo indispensable. Cuando dejos distintos y razas diferentes pueden unirse en lugares y momentos de discordia, cuando un corazón deja de latir y otro comienza a vivir.
Cuando un escenario pasa de ser de unos para ser de cientos, y luego de miles, cuando te enamoras, y dejas que se enamoren de ti, cuando te enfrentas a la muerte sin miedo, y le sonríes a la vida sin recelo.
Son tantas gentes distintas y momentos eternos, que describir a todos y nombrar a todas estas personas, me tomaría un libro entero y no me alcanzaría la vida, ni la mente.
Edificar una vida con sueños, con metas, con caminos es más difícil de lo que pensamos, pero eso es lo que le da sentido al hecho de intentar caminar y de dejarse envolver por la efervescencia de su paso.
De su ímpetu, de su impulso, de su vuelo, de sus trabas, traspiés, amargos, vacios, oscuros, engaños, y sueños rotos.
La locura de vivir es ardiente y de contarle al mundo lo que te da ganas de gritar, pero la misma voz no llegaría ni a calar en la propia alma y unos metros por fuera. De decir lo que el mundo calla pero piensa, lo que el mundo quiere, pero no se atreve a tomar.
Es por eso que lo escribo, hasta hoy sé que he fallado a más gente de la que he conocido, he roto mas corazones de los que he podido tocar, sacado más lágrimas de las que he podido secar, fracasado más veces de las que he podido triunfar. Hablado más de lo que he debido de escuchar, y caminado más de lo que he podido volar.
Pero esto es parte de la vida, y de manera pública y eterna mis disculpas ante aquellas personas, corazones, y sueños rotos que no construí. Ante aquellos recuerdos agrios que pudieron tener un rumbo diferente.
Pero sobre todo ante la vida y sus tiempos, porque es ello la vida, tiempos, y lo que hagamos con nuestro tiempo es el único legado que dejaremos para el mundo.
Y cuando pienso en ello, pienso en ustedes, pienso en los que vendrán y los que no conoceré, y siempre llego a la misma conclusión. Dejaré de escribir menos para hacer más con lo publicado y lo escondido, con lo vivido y lo perdido.
Me toca vivir y morir en mis obras, edificar o destruir lo que hago, y levantarme ante mis propias alas, en el sueño de una historia que por fortuna siempre será una historia inconclusa.
Esa a la que llamamos vida, hoy decidí renacer sobre mi propia vida.
Un solo instante para decidir, toda una vida para Actuar.
Sueña, Construye y Vive.
Diego Arias Zapata
Diego Arias Zapata