De niño siempre pensé ser militar, fue precisamente el motivo que arribo mis ideas y que conquistaba mis sueños, por influencia, por un sistema de creencia y por pasión. Cuando más iba creciendo, más me iba llenando mediante los libros, diarios, canciones, religiones e ideas que se escurrían por todos lados de más estilos de vidas y de más locuras y partes de la historia, que me asombraron. Hoy mientras tengo frente a mí el horizonte que divisa y separa el cielo del mar, y en mi espaldas se cargan años que siendo pocos en lo ajeno y ancho del mundo, pasaron para mi mente como un huracán. Mientras llevo sobre puesta sobre esa casaca que sobre cargo mi vida.
Esa de color azul, que tantas alegrías, rabietas, tristezas y momentos mágicos regalo a mis padres y familia en general.
De niño quise ser militar, pero también poeta, pero más que poeta ser escritor, en todo el sentido de la palabra, y la pasión de ello nació de la lectura empedernida. De las noches que se esperaban con tanta ansia para arroparle en el calor de cada libro.
Aprendí a leer como muchos con el juego de letras, con el coquito, el principito, el príncipe feliz, Peter pan, y otro cuento mas, pero quien me enseño a entender lo que significa ser un lector coherente, un lector de reflexión fue Cervantes y el quijote, Neruda y sus poemas, el poema de los dones de Borges, autores que aun me conquistan y de los cuales hay mucho que aun me falta conocer.
Mis primeros años se dividían entre conversaciones de ascensos, grados, nuevos nombres de alto mando, cambio de jefes, creación de nuevas unidades. Como de nuevos libros, y autores, Berryman, Vallejo, Vargas Llosa, Cela, Shakespeare, Benedetti, Groussac, Trelles, Siotponsky, entre otros.
Desde entonces mi vida se veía reducida a dos caminos, con el pasar del tiempo las decisiones se hacían más precipitadas, los caminos más duros y los procesos más intensos.
Decidí que mi armamento sea una pluma, y un recoleto de hojas en blanco, dejando atrás la pasión por ser piloto de caza, esto último sin saber muy bien lo que era.
La aflicción llego a mi vida, pues me sentí como un traidor en plena guerra, aliándome al enemigo, como un guerrillero rebelde atacando a su propio bando, o marchando en contra del camino que todos los soldados de su batallón había construido y caminado por años.
Me refugie más en los libros, en los autores, en las historias de hombres de éxito, como de batallas, en los hombres que nunca fueron diferentes pero siempre serán únicos.
Pasé por una parte muy intensa de mi vida donde pensé, que mis padres sin decirlo, o sin contarlo sentirían algo de decepción por esto.
Los años me enseñaron que me estaban preparando para la batalla más dura, esa que todo soldado pasa, cuando pasa de ser un soldado raso a un soldado de alto mando, donde las decisiones y los resultados pasan llanamente por él. La de decidir en mi vida ante todo, contra todo y contra todos, contra emociones negativas y positivas, contra alegrías y tristezas, contra conflictos y actos pacíficos.
Ese mensaje me cambio la vida para siempre, es por eso que hoy decidí escribir sobre ello, pues muchos de nosotros renunciamos muchas veces a lo que queremos por dar gusto o placer a cualquier otro menos a uno mismo. Sin darnos cuenta, que cuando nos encontramos al filo de la colina más alta, y a punto de caer, no era ese el camino que buscábamos.
Ese mensaje me cambio la vida para siempre, es por eso que hoy decidí escribir sobre ello, pues muchos de nosotros renunciamos muchas veces a lo que queremos por dar gusto o placer a cualquier otro menos a uno mismo. Sin darnos cuenta, que cuando nos encontramos al filo de la colina más alta, y a punto de caer, no era ese el camino que buscábamos.
O por todo lo contrario, hombres y mujeres que se encuentran en lo más alto de una carrera prolífica y exitosa, pero sus ojos denotan tristeza, siendo este tampoco el camino que ellos buscaban.
Yo decidí ser escritor y escribir mi propia historia, no por acto de rebeldía, fue más un acto de sentido común, de amor propio, un acto más cercano al enfrentar a todo que encubrirse en lo que nos toca.
Nunca dejes que nadie te robe tus sueños, ni te permitas vivir los sueños de otros, nunca renuncies a lo que quieres, y enseña a otros como es que se vive soñando. Vivir es soñar, dormir es comenzar a morir.
Con el tiempo comprendí que ellos ahora se sienten más orgullosos de mí, pero sobre todo que yo me siento orgulloso de lo que hice. Note que sin quererlo o sin decirlo.
Pues por muchos días me he parado ante las grandes pilas de libros que tengo, y muchos de estos fueron obsequios carísimos, hechos por ellos, obsequios que me llenaron la mente y endulzaron el alma.
No lo pude percibir hasta cuando ya el principio se veía lejano, y solo tenía unos metros por delante de visibilidad, lo percibí ya con un mente más fuerte de deseo, y más clara.
Les cuento esto, porque es tal vez la historia personal y su poder, el mejor discurso que pueda siempre un conferencista brindar, o un escritor eternizar. Es tal vez la historia personal el mejor libro que cada ser humano sin escribirlo pueda crear y el mejor mensaje que sin decirlo pueda dejar.
Por ello siempre los invito a que nunca renuncien a sus sueños, los caminos se ponen duros y las pruebas cada vez duras, las realidades cada vez son más crudas y las caídas cada vez causan más dolor. Pero solo aquellos que son capaces de entender que la armadura en el camino se desgasta, son los que logran hacer de su camino una proeza titánica.
Amo tanto esta casaca azul, y el uniforme de un aviador, como el que me toca ahora vestir, gracias al primero mi infancia se sostuvo en alimentación, vestido, vanidades y placeres. Gracias al segundo es que mi alma cada mañana se alista como soldado listo para la guerra, con el propósito de escribir, de actuar, de hablar, de soñar.
A los guardianes de los aires de quiñones les debo la paz para poder escribir en muchas noches con mucha calma, o en muchos días al aire libre. Así también, le debo el haberme dado la oportunidad de tener el cómo poder acércame a los libros, y de esto último estaré eternamente agradecido.
Hoy escribí esto, pues es mi manera de conversar con la gente, mi manera de descubrirme, de auto conocerme, así como de nutrir los sueños. Pues cuando digo los sueños se que no son solo míos. Sé que un sueño tan grande, ya no me pertenece solo a mí, si no al mundo.
Los invito que sin fastidio o recelo, hagan que sus sueños, sean sueños que ame el mundo, que aquellos sueños que tanto los mantiene inquietos por las noches los haga mantenerse más incómodos por las mañanas.
Es en la incomodidad de la realidad que un hombre siempre crece, construye y crea. Es en la inconformidad que todos somos capaces de luchar por cosas que ante los ojos del mundo parecen ser imposibles. Te invito a que te atrevas a hacer de estas algo posible.
Te invito a que lo hagas, así como lo hizo un aviador como José Abelardo Quiñones, que te atrevas a vivir o morir por tu propósito. O como lo hizo el quijote, luchando contra todo y todos.
Te invito a vivir en tus sueños y morir por ellos, o como hace este joven loco, une tus pasiones, o dilúyelas sin desmerecerlas, y que las mantenga vivas. Te invito a que seas un amante de la vida.
Pero sobre todo a que no permitas que nadie, ni nada, nunca roben tus sueños. Más bien enséñales a ellos como es que se vive, una vida con sueños. Vivir es soñar, dormir es comenzar a morir, es despertar.
Sueña, Construye y Vive.
Diego Arias Zapata.
Diego Arias Zapata.