Te conozco y no te conozco, te siento y no te encuentro, te veo y no te veo, peco de no tener cordura
cuando escribo sobre ti, peco de dejarme envolver en una desenfrenada y caprichosa locura, esa que es la de soñar por ti, soñar contigo. Sé que la vida ha sido muy bondadosa conmigo, que Dios, el destino y el camino me brindaron el grato sueño de conocer compañeras espectaculares.
Mujeres grandiosas, compañeras de camino, amigas, socias. Gracias por haber sido tú una de ellas, y de haber estado aquí, por estar siempre conmigo sin estarlo, por sentirte sin tocarte. Sobre todo por permitirme hablarte sin perderme en un silencio muerto, pues en ese silencio siento que vives, en ese silencio siento que nunca muero.
Siempre fue único perdernos entre las melodías que dejabas salir de tu guitarra y los versos que como loco por ti escribía.
Recuerda siempre algo, las fronteras nunca fueron un obstáculo para tenerte cerca, mucho menos lo será el cielo, pues ahora solo me basta mirar hacia él y encontrarte. Ahora ya no hay más trenes que tomar, aviones o buses, solo al acercarme a una rosa, al mirar el ocaso, o ver la sonrisa de una niña, me recuerda ti, a ti y a mí, a los tres, aunque aun no nos hemos podido reunir.
Te extraño y no puedo negarlo, pero a la vez te siento conmigo, sabes hoy escribo algo que si será publicado, porque así te gustaba que lo haga.
Verdad aun tengo esa canción conmigo, siempre me acompaña, “por ti seré más fuerte que el destino”. Precisamente ella me trajo a ti, como el invierno trae a la lluvia consigo.
Ahora corresponde seguir caminando como un caudillo empedernido, en paso firme y fuerte, contra lo normal, porque eso siempre desato conformismo. Tú también sabes que lo normal, es efímero, es confort, y a mí me encanta vivir tanto como a ti, o por lo menos eso siempre hicimos.
Solo sé que falta un poco más de veinte días para volver a enfrentarme con el pasado, lo extraño es que es un pasado eterno, porque siempre digo aquello que te hace fuerte, es eterno. Y fue tu paso lo que me hizo un hombre fuerte, en ese caso a encontrarme con una verdad a medias tinta, pero ya nada cambiará lo que paso, ni lo que recuerdo.
Por otro lado déjame contarte que ale, anda más loca que nunca y que también ya es mamá, una hermosa niña de dos meses la acompaña a ella. Así que ya son dos, se que debes gozar tu compañía, y que ambas sonríen cada vez que yo lo hago. Es una locura el encerrarme en pensar que yo sonrió por los tres.
Esta carta ya se hizo más larga de lo que pensé, pero hace mucho que no conversaba contigo frente a la gente. Pero sé que tú siempre estás en cada una de mis conversaciones, que siempre están ambas. Gracias por darse el tiempo de acompañarme siempre, en todo lo que hago.
Gracias por haberme regalado tu tiempo, algo que no vuelve nunca, gracias por haberme regalado tus sueños, y por ser parte de los míos. Gracias por enseñarme a agradecer, a ti te debo muchas cosas. Te debo haberme presentado a Borges, a Berryman, el violín, la guitarra, a Mozart, las caminatas en la lluvia, los chocolates blancos, los tulipanes, las sonrisas, los sueños y el amor a una vida poética.
Gracias por enseñarme hoy lo que es ser padre sin saberlo, es rara la sensación, pero es sublime y excelsa y eso es lo que importa. Gracias por regalarme el derecho de encontrarme, y de dejarme perder, pues es necesario perderse para encontrarse, como es necesario aprender el dolor de un fracaso para gozar con un triunfo.
Gracias, por dejarme tus cartas, y dejarme escribirte siempre, por hacer de mi un loco mas al que pocos entienden, y permitirme entenderme a mí, que es lo que mas importa.
Hoy hay un viento intenso por esta parte del mundo, y la lluvia comenzó a caer, esa misma lluvia que hizo que te conociera, y esa misma lluvia que algún día hizo que te vuelvas eterna.
Hoy me toco volverme a encontrar con el momento de la historia que menos me gusto, con una lagrima en el rostro y una sonrisa de paz en el alma. Al saber que al momento de partir, o al momento de unirte a mi camino para siempre, había algo más que un tu y yo, si no un nosotros.
Me despido sin querer hacerlo, y te abrazo como quien se despide o quien recién llega, te escribo como si fuese esta la primera carta, o tal vez la ultima. Pues de esa manera siempre vivimos, tú con tu guitarra yo con mis conferencias y mis versos. Tú con mis manos, yo con las tuyas.
Gracias a tu amor por el cielo, y a tu locura por la lluvia, es que en cada noche de cielo oscuro y en cada gota de lluvia, recuerdo que tu estas siempre más cerca de lo que veo, más cerca de lo que pienso.
Gracias a ti me pierdo en cada noche, hasta que un nuevo día nazca, porque tú naces para mí con cada día, porque tú eres como los rayos del sol, y yo me considero ciego, pues no te puedo ver pero si te siento cada día caer sobre mi piel.
Por ti seré quien quise ser siempre, por ti seré un gran soñador, por ti seré más fuerte que los retos que se presente, por ti seré mejor de lo que soy.
Desde siempre siento que en cada amanecer tu estas con la guitarra cantando y yo hablando o escribiendo, mientras me refugio en tu alma, mientras me refugio en tu sonrisa, mientras me refugio en ti, mientras me refugio en la vida.
Diego Arias Zapata
Sueña, Construye y Vive.