Ayacucho tierra milenaria, majestuosa imponente hoy me despido de ti, como aquel hombre errante que continua su paso, recordando la tierra que va dejando y pensando en la tierra que vendrá.
Me lisonjea el pensar que debo de dejarte, pues tu lograste algo que diferentes tierras no han logrado, conquistar no solo mis ojos si no también el alma. Pues fue con tu campo y tu empuje, que no sentí ni siquiera un instante extrañar el pedazo de tierra donde yo nací.
Este caudillo de batallas mortales conoció en tu tierra, la mística de la pampa de Ayacucho, aquella que me inspiro y me estremeció hasta los huesos. Pisar la tierra que pisaron generaciones pasadas, por las que hoy me encuentro con la libertad de escribir y de conocerte sin temores, ha hecho de mi vida algo que debo valorar más.
En ti encontré una Sierra Dorada que enamora desde que pones un pie en esta tierra, en ti encontré un Universo inmortal y perenne que siente que en el no han pasado sus años en vano.
Ayacucho en ti encontré el calor de mil camas y casonas diferentes, pero un mismo hogar a fin de cuentas. En ti encontré un espacio emblemático y bondadoso como Santa Rosa, un espacio que se convirtió en mi Hogar por muchas noches, donde mi mente y alma se saboteaban entre el extrañar y el recordar.
En ti encontré a mujeres pujantes que en solos horas me arroparon como madres que arropan al hijo que llega y al hijo que se va.
Ayacucho en ti encontré la Esmeralda de los Andes, esa que brilla con su gente, esa misma gente que me alboroto la cabeza a ver su ganas de soñar y de creer en una tierra más unido sin fastidio y con coraje.
Ahora sé que eres La Ciudad Wari, el Pueblo de la Quina, El Obelisco, el Mirador de Acuchimay, Vilcashuaman. Tambo, San Francisco, Pikimachay y Luricocha.
Ayacucho es la Puya Raimondi y su diversidad de plantas milenarias.
Ayacucho es su gente de amor incontrolable, pues quien diga lo contrario nunca ha conocido esta tierra de hombres y mujeres de verosímil y autentica honestidad para amar. Ese mismo amor y nobleza que hizo que fueran sometidos a una de las torturas más grandes de la historia de esta patria.
Eso los hizo gentes cerradas y huraños al parecer de unos, pero me preguntaría yo que tanta gente actuaria de la misma manera, si hubieran pasado lo que estos hombres y mujeres de gran bondad han pasado.
Los ayacuchanos son como una rosa a la que hay que esperar que esta se abre con el tiempo, a la que hay cuidar con bondad y hablar con sinceridad. Pues de esa manera solo podrás encontrar la realidad de almas que se entregan sin recelos a quien le da y brinda confianza.
Ayacucho en ti aprendí y comprendí lo que es crecer y ser pujante, en ti aprendí lo que es crecer, en ti aprendí lo que es valorar los pasos de una historia que comenzó desde mucho antes del imperio del sol, del inca y de la conquista.
Ahora comprendo porque cuantos hombres lucharon por mantenerte viva Ayacucho, ahora comprendo por qué el precio de la sangre que se rebalso en tu historia, la consideran un precio grande y justo por tu fortaleza.
Hoy me acongoja esa extraña sensación del que se va, pero que volverá, del que llego sin quererlo y ahora no quiere irse sin notarlo. Hoy me empapa la sensación de escribirte y de amarte, de sentirme como parte de esta tierra, sintiéndome tan ayacuchano como su propia historia.
Hoy siento que mi propia carne y mi alma ah tomado la solmene decisión de volver, no solo de visita si no para crecer entre ustedes, entre una historia que cada día se escribe con mayor fortaleza, con una esencia milenaria y con un futuro muy viril.
Gracias Ayacucho por abrirme los brazos al llegar y despedirme con canciones que las tomo como propias, gracias por enseñarme que puedes encontrar la sensación de sentir tu hogar estando tan lejos del mismo.
Gracias por darme la oportunidad de endulzarme con tus manjares y de dejarme llevar conmigo una maleta llena de enseñanzas, de aventuras, de sueños y momentos que jamás serán borrados de mi alma.
Gracias por enamorarme y de darme la oportunidad de enamorarte con mi presencia, gracias por ser parte de mi patria, pero sobre todo por ser parte de un mundo y una historia que aún tiene muchas más hojas por escribir.
Gracias Ayacucho por dejarme vivir momentos inigualables en tu suelo, de mojarme con tu lluvia y de envolverme con tu sol. Gracias por hacer de este hombre un ser humano cada vez más humano y ahora alguien que estará siempre apostando por verte sonreír.
Gracias por ser ahora parte de mi historia, de mis letras y de mi vida, mi Ayacucho Querido.
Diego Arias Zapata
08/02/14
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Me lisonjea el pensar que debo de dejarte, pues tu lograste algo que diferentes tierras no han logrado, conquistar no solo mis ojos si no también el alma. Pues fue con tu campo y tu empuje, que no sentí ni siquiera un instante extrañar el pedazo de tierra donde yo nací.
Este caudillo de batallas mortales conoció en tu tierra, la mística de la pampa de Ayacucho, aquella que me inspiro y me estremeció hasta los huesos. Pisar la tierra que pisaron generaciones pasadas, por las que hoy me encuentro con la libertad de escribir y de conocerte sin temores, ha hecho de mi vida algo que debo valorar más.
En ti encontré una Sierra Dorada que enamora desde que pones un pie en esta tierra, en ti encontré un Universo inmortal y perenne que siente que en el no han pasado sus años en vano.
Ayacucho en ti encontré el calor de mil camas y casonas diferentes, pero un mismo hogar a fin de cuentas. En ti encontré un espacio emblemático y bondadoso como Santa Rosa, un espacio que se convirtió en mi Hogar por muchas noches, donde mi mente y alma se saboteaban entre el extrañar y el recordar.
En ti encontré a mujeres pujantes que en solos horas me arroparon como madres que arropan al hijo que llega y al hijo que se va.
Ayacucho en ti encontré la Esmeralda de los Andes, esa que brilla con su gente, esa misma gente que me alboroto la cabeza a ver su ganas de soñar y de creer en una tierra más unido sin fastidio y con coraje.
Ahora sé que eres La Ciudad Wari, el Pueblo de la Quina, El Obelisco, el Mirador de Acuchimay, Vilcashuaman. Tambo, San Francisco, Pikimachay y Luricocha.
Ayacucho es la Puya Raimondi y su diversidad de plantas milenarias.
Ayacucho es su gente de amor incontrolable, pues quien diga lo contrario nunca ha conocido esta tierra de hombres y mujeres de verosímil y autentica honestidad para amar. Ese mismo amor y nobleza que hizo que fueran sometidos a una de las torturas más grandes de la historia de esta patria.
Eso los hizo gentes cerradas y huraños al parecer de unos, pero me preguntaría yo que tanta gente actuaria de la misma manera, si hubieran pasado lo que estos hombres y mujeres de gran bondad han pasado.
Los ayacuchanos son como una rosa a la que hay que esperar que esta se abre con el tiempo, a la que hay cuidar con bondad y hablar con sinceridad. Pues de esa manera solo podrás encontrar la realidad de almas que se entregan sin recelos a quien le da y brinda confianza.
Ayacucho en ti aprendí y comprendí lo que es crecer y ser pujante, en ti aprendí lo que es crecer, en ti aprendí lo que es valorar los pasos de una historia que comenzó desde mucho antes del imperio del sol, del inca y de la conquista.
Ahora comprendo porque cuantos hombres lucharon por mantenerte viva Ayacucho, ahora comprendo por qué el precio de la sangre que se rebalso en tu historia, la consideran un precio grande y justo por tu fortaleza.
Hoy me acongoja esa extraña sensación del que se va, pero que volverá, del que llego sin quererlo y ahora no quiere irse sin notarlo. Hoy me empapa la sensación de escribirte y de amarte, de sentirme como parte de esta tierra, sintiéndome tan ayacuchano como su propia historia.
Hoy siento que mi propia carne y mi alma ah tomado la solmene decisión de volver, no solo de visita si no para crecer entre ustedes, entre una historia que cada día se escribe con mayor fortaleza, con una esencia milenaria y con un futuro muy viril.
Gracias Ayacucho por abrirme los brazos al llegar y despedirme con canciones que las tomo como propias, gracias por enseñarme que puedes encontrar la sensación de sentir tu hogar estando tan lejos del mismo.
Gracias por darme la oportunidad de endulzarme con tus manjares y de dejarme llevar conmigo una maleta llena de enseñanzas, de aventuras, de sueños y momentos que jamás serán borrados de mi alma.
Gracias por enamorarme y de darme la oportunidad de enamorarte con mi presencia, gracias por ser parte de mi patria, pero sobre todo por ser parte de un mundo y una historia que aún tiene muchas más hojas por escribir.
Gracias Ayacucho por dejarme vivir momentos inigualables en tu suelo, de mojarme con tu lluvia y de envolverme con tu sol. Gracias por hacer de este hombre un ser humano cada vez más humano y ahora alguien que estará siempre apostando por verte sonreír.
Gracias por ser ahora parte de mi historia, de mis letras y de mi vida, mi Ayacucho Querido.
08/02/14
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